viernes, 19 de diciembre de 2014

Crónica: DESEM, Empresas Juveniles

En entradas anteriores hablamos sobre DESEM Jóvenes Emprendedores y sus diferentes programas. Hoy les traemos una crónica sobre la experiencia de una de las autoras, al participar del programa Empresas Juveniles, una de las facetas más populares de la organización.


"Tenía 15 años, y para mí se trataba de una actividad extra-curricular como cualquier otra, aunque con el tiempo se convertiría en mucho más que eso. La primera vez que oí hablar de DESEM, a principios del año 2010, no le di mayor importancia. Ya participaba de otras actividades dentro del colegio, y la perspectiva de pasar las tardes de los martes en un salón de clases no me resultaba demasiado atractiva. Sin embargo, al conocer más sobre la propuesta, y luego de charlarlo con algunas amigas, decidí intentarlo. La idea de crear una empresa junto con mis compañeros de curso era bastante tentadora. Además, podría ser una experiencia interesante, que seguramente me ayudaría en el futuro. Pero con eso no bastaba. Para formar parte del programa de Empresas Juveniles, era necesario tener vocación, ganas y buena disposición para el trabajo. El número de participantes era limitado, y el de aspirantes superaba ampliamente el máximo establecido. Una breve prueba escrita —que abarcaba desde los motivos para participar hasta intereses personales— se encargaría de seleccionar a los más dispuestos para integrar el grupo. Fue entonces que me di cuenta de cuánto quería formar parte. Era una oportunidad que no podía desperdiciar, así que me esforcé por dar el máximo en la evaluación. Lo mismo sentían mis compañeros, todos estábamos realmente motivados. Pensé entonces que, con esa motivación y compromiso, podríamos formar un buen equipo de trabajo, Efectivamente, así fue.

No sé qué habrá motivado el cambio, pero lo cierto es que finalmente todos fuimos seleccionados. Inmediatamente fijamos la primera reunión y pusimos manos a la obra. El primer paso era decidir un rubro para nuestra empresa, y definir si ofreceríamos productos o servicios. Nos acompañaba todas las semanas un coordinador junior de DESEM, que se encargó de guiarnos y asesorarnos durante el proceso. En esas primeras reuniones surgieron miles de ideas diferentes, desde lavado de autos hasta billeteras de materiales reciclables, pasando por la organización de ferias de diseño, fundas de celulares y porta accesorios artesanales. Votaciones y encuestas de por medio, tomamos una decisión: bolsas reutilizables de TNT. Sí, sé que posiblemente no parece a primera vista el emprendimiento más interesante para un grupo de jóvenes liceales, pero a nosotros nos parecía una idea brillante (y, de hecho, terminó siéndolo). Nuestro objetivo sería reducir el impacto ecológico de las bolsas de nylon, sustituyéndolas por bolsas de tela coloridas y con diseños alegres. Invertiríamos el dinero de las acciones —que previamente habíamos vendido a familiares, profesores y amigos, a 20 pesos cada una— en la fabricación y el estampado; así ahorraríamos el tiempo de fabricar los productos nosotros mismos, y no tendríamos que invertir fines de semana brindando servicios. Sonaba como un buen plan.

A continuación, debíamos conformar las diferentes áreas dentro de la empresa, además de elegir un director y un secretario de dirección. Nos repartiríamos entre los departamentos de Marketing, Responsabilidad Social y Medio Ambiente, Recursos Humanos y Operaciones. El área de Marketing se encargaría de la imagen de la empresa: crear un logo, definir la misión y visión y diseñar los productos (en nuestro caso, los colores de las bolsas y su estampado); el área de RSE se ocuparía de supervisar y posibilitar que la empresa tuviese un impacto positivo en la sociedad; Recursos Humanos de fomentar la buena relación e interacción entre los integrantes de la empresa, mientras que el área de Operaciones sería la encargada de controlar y supervisar la producción de nuestro producto y su distribución. Una vez conformados los subgrupos, elegimos mediante votación a los directores de cada departamento. Yo formaba parte del área de Responsabilidad Social, y tuve la suerte de ser elegida directora.

Fue así como la empresa se puso en marcha. La primera instancia en la que debimos presentarnos como grupo fue la Jornada de Intercambio, a mediados de año, que consistía en un día completo de actividades junto con las demás empresas juveniles de la capital del país. Allí participamos de diferentes juegos y conocimos estudiantes de otros colegios y liceos, todos tan motivados como nosotros. También asistimos a charlas de capacitación específicas para cada área de la empresa. Se respiraba un clima festivo; cada grupo iba identificado con los colores de su empresa y hacía sentir su presencia con canciones e instrumentos musicales. Pero no sólo se trataba de divertirse y conocer gente nueva: la Jornada de Intercambio también constituía la primera evaluación que debíamos enfrentar, presentando nuestro producto ante un jurado. De hecho, los diferentes equipos competían por una serie de premios en distintos rubros, como mejor presentación o mejor presencia. Hacía varias semanas que veníamos preparándonos para ese momento. Sabíamos que la primera impresión debía ser buena, así que optamos por mostrar nuestras bolsas reutilizables de un modo creativo: el teatro negro.

Luego siguió la expoferia, donde cada empresa contaba con su stand y debía presentar su producto al público. Era una excelente oportunidad para lograr ventas, y logramos aprovecharla. Al cerrar el año, el balance fue positivo; los accionistas ganaron dinero y también pudimos repartir ganancias entre nosotros. La última instancia de la que formaríamos parte sería la ceremonia de graduación, a fines del mes de noviembre, la cual tuvo lugar en el Teatro Solís. Allí se haría entrega de los diplomas y los premios correspondientes a cada empresa, y se anunciaría la mejor empresa juvenil del año. Todos estábamos contentos de haber participado y logrado tan buenos resultados, pero nuestra alegría fue aún mayor cuando anunciaron que nuestro colegio era el ganador del diploma a la empresa del año. También recibimos varios premios más, entre ellos el de mejor memoria y balance, deserción cero, mejor página web y mayor rentabilidad.

En suma, participar del programa de Empresas Juveniles de DESEM fue una experiencia única, que recomiendo a todos aquellos estudiantes que tengan la posibilidad de hacerlo."

-Clara Ribeiro

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